Una lección de vida, tolerancia y respeto para todos se da cuando Padre e hijo están sentados en un banco. De repente, un gorrión aterriza delante de ellos.
Como hijos muchas veces por la ímpetu de la edad sentimos que nuestros padres son menos fuertes, inteligentes y sabios que nosotros, llegamos a ser intolerantes porque nos repiten lo que ya sabemos y eso o esa bien porque gracias a ellos somos lo que somos y todo lo hicieron por amor a nosotros.
Por esa razón reflexionemos y nunca minimicemos a quien nos ama verdaderamente, valoremos sus consejos y sobretodo en su vejez al final de sus días estemos a su lado.
No los abandonemos es lo mínimo que nos corresponde hacer como hijos.
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